Crónica de una muerte anunciada (Parte II)

El crimen ya estaba cometido. Todos sabíamos quiénes eran los culpables. La sangre de Santiago Nasar llevaba décadas sobre las páginas, pero algo seguía sin encajar. ¿Cómo fue posible? ¿Quién dejó que ocurriera? ¿Y qué hacemos nosotros, ahora, con esta historia?

Así comenzó la segunda y última sesión del club de lectura dedicada a Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez. Si en la primera parte los asistentes se habían transformado en periodistas e investigadores para analizar el caso, esta vez se enfrentaban a su desenlace: reconstruir los hechos, emitir un juicio, comprender las consecuencias.

Iniciamos la sesión con un ejercicio de memoria colectiva: entre todos construimos una línea temporal del día del crimen, marcando los momentos clave en los que se pudo haber evitado. La sensación era clara: nadie apretó el gatillo, pero muchos cargaron el arma.

Luego llegó el turno de los debates. Uno de los más intensos fue el dedicado a Ángela Vicario. ¿Víctima o responsable? ¿Producto de una sociedad que impone, juzga y calla? ¿O estratega silenciosa que movió las piezas con precisión letal? Las respuestas no fueron unánimes, pero el diálogo fue profundo, respetuoso y revelador.

A lo largo de la sesión nos enfrentamos también a varios debates clave:

¿Fue justicia o barbarie?

¿Qué papel jugaron las supersticiones, la honra y la religión?

¿Qué lugar ocuparon las mujeres en esta historia escrita por hombres?

El momento más emotivo llegó con la escritura de un telegrama al pasado. Cada participante escribió un mensaje que habría podido evitar la muerte de Santiago Nasar. Algunos fueron desesperados, otros sarcásticos, muchos simplemente humanos. Breves, pero llenos de carga emocional.

Al final de la sesión, cada grupo asumió su papel hasta las últimas consecuencias: Los periodistas redactaron una noticia definitiva del caso, eligiendo el enfoque, el tono, los datos que incluir (y los que no). Los investigadores, por su parte, elaboraron un informe del crimen, con conclusiones, hipótesis y responsabilidades.

Y aunque las versiones variaban, todas compartían una misma certeza: en este pueblo, nadie fue completamente inocente.

Con esta última actividad cerramos nuestro club de lectura, Páginas de Arena, por este curso, pero con muchas ganas de continuar para el año siguiente. ¡Os esperamos!

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